Cuántos actúan creyendo vivir en aparente libertad, cuántos creen que son libres. Muchos. Creyéndose que la libertad está en hacer lo que se quiere, sin rendir cuentas a nadie, aparentemente. ¿Esta situación, me pregunto, se produce de esta manera? Tengo la opinión que muchos de los que verborrean públicamente, sobre todo entre sus amigos y colegas varios, que son LIBRES no lo son en absoluto. Fingen de la peor manera posible, haciéndolo con orgullo aunque solamemente estén engañándose a sí mismos. Construyen un relato y en él se posicionan publicamente a través del hedonismo.
Estamos en el período que más veces necesitamos repetirnos y significarnos como personas libres.¿Lo somos? o necesitamos comunicar a nuestros followers que así somos, aunque, muchas veces somos incapaces de mostrarnos tal y como somos.
Muchos necesitan velarse y esconderse en el cobijo de los amigos, y ahí a voz en grito o con la boca chica proclaman que son libres porque pasan de todo, porque «hacemos lo que queremos y con quien queremos, por supuesto, también cuándo queremos». Sin embargo, fuera del entorno directo no somos más que hombres y mujeres, que no asumimos nuestra hipocresía. Somos niños vestidos con cuerpos de adultos fingiendo que todavía estamos en la adolescencia, fingiendo que somos lo que aún ni siquiera hemos alcanzado: la libertad. No hay nada más placentero que saber a través de un me gusta que el otro te está significando como tú has decidio mostrarte al mundo: aunque estés siendo la persona más falsa que puede haber. Puesto que si de verdad vives en libertad no necesitas de su justificación contínua.
Apelamos mediante la evocación de ciertos poemas, novelas o canciones a la libertad, pero solamemte hacemos eso: evocar la palabra, porque tiene, entre sus significados, el placebo de conformarnos. Sin embargo, renunciamos al trabajo de comprender los conceptos; de ir a su signficado.Está sería la manera de vivir, en mi opinión, que evitaría engañarnos y caer tan fácilmemente en la hipocresía de las etiquetas de moda.
Por el contrario, los tíos que busquen ser tendencia vivirán más felices que aquellos obcecados en dejar entrar un poco de aire a la soledad acompañada de sus armarios, con tanto discurso sobre lo libres que son. Estos vuelven otra vez con su bla bla bla y entonces el ritmo se pudre y la canción, su canción, es ya una mierda, en cuyo rezume viven engañados.
Álvaro.